Han comenzado las vacaciones de invierno, y ya estamos haciendo planes para elegir los lugares más maravillosos para llevar a nuestros hijos, sobrinos, ahijados, etc a que se diviertan. Las propuestas son innumerables, y desde esta humilde columna intento motivarte para que elijas sitios donde no exploten animales, evitar por ejemplo acuarios, una de las principales causas de que miles de delfines sean asesinados en las costas de Japón, para elegir a los más hermosos y sacrificar a los restantes. Sin dejar de lado que para un delfín que nada alrededor de 50 km por día en mar abierto, un acuario, sería una suerte de frasco, desesperante, no? Ellos además tendrán que divertir a miles de personas diariamente a pesar de su tristeza.
O los zoológicos llenos de rejas que simulan recrear el hábitat natural de los animales salvajes, muchos de los cuales jamás lo conocerán, teniendo que soportar, la mirada de un número infinito de personas que los observa como si no fueran reales, como si tuvieran la responsabilidad de hacer cuanta actividad realizan en libertad para las delicias de quienes los contemplan.
Ni hablar de los circos donde no solo los roban de sus ambientes naturales para encarcelarlos sino que además los maltratan a veces hasta la muerte, para inculcarles complicados trucos, que el público disfruta, sin conocer que lo hacen por el simple temor que les inculcan sus domadores.
Los animales deben ser libres, no tienen que sufrir ni estar encerrados.
En estas vacaciones, vayamos con los niños, al cine, el teatro, la plaza, el museo, y tantos otros hermosos lugares donde no lucran con el sufrimiento de otro seres, y enseñémosle lo hermosos que son los animales en libertad.
Malena Ibáñez
O los zoológicos llenos de rejas que simulan recrear el hábitat natural de los animales salvajes, muchos de los cuales jamás lo conocerán, teniendo que soportar, la mirada de un número infinito de personas que los observa como si no fueran reales, como si tuvieran la responsabilidad de hacer cuanta actividad realizan en libertad para las delicias de quienes los contemplan.
Ni hablar de los circos donde no solo los roban de sus ambientes naturales para encarcelarlos sino que además los maltratan a veces hasta la muerte, para inculcarles complicados trucos, que el público disfruta, sin conocer que lo hacen por el simple temor que les inculcan sus domadores.
Los animales deben ser libres, no tienen que sufrir ni estar encerrados.
En estas vacaciones, vayamos con los niños, al cine, el teatro, la plaza, el museo, y tantos otros hermosos lugares donde no lucran con el sufrimiento de otro seres, y enseñémosle lo hermosos que son los animales en libertad.
Malena Ibáñez
